jueves, 18 de junio de 2015

el muerto

El muerto
Jorge Luis Borges
Que un hombre del suburbio de Buenos Aires, que un triste compadrito sin más virtud que la infatuación del coraje, se interne en los desiertos ecuestres de la frontera del Brasil y llegue a capitán de contrabandistas, parece de antemano imposible. A quienes lo entienden así, quiero contarles el destino de Benjamin Otálora, de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera y que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Río Grande do Sul. Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil.
Benjamín Otálora cuenta, hacia 1891, diecinueve años. Es un mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de reciedumbre vasca; una puñalada feliz le ha revelado que es un hombre valiente; no lo inquieta la muerte de su contrario, tampoco la inmediata necesidad de huir de la República. El caudillo de la parroquia le da una carta para un tal Azevedo Bandeira, del Uruguay. Otálora se embarca, la travesía es tormentosa y crujiente; al otro día, vaga por las calles de Montevideo, con inconfesada y tal vez ignorada tristeza. No da con Azevedo Bandeira; hacia la medianoche, en un almacén del Paso del Molino, asiste a un altercado entre unos troperos. Un cuchillo relumbra; Otálora no sabe de qué lado está la razón, pero lo atrae el puro sabor del peligro, como a otros la baraja o la música. Para, en el entrevero, una puñalada baja que un peón le tira a un hombre de galera oscura y de poncho. Éste, después, resulta ser Azevedo Bandeira. (Otálora, al saberlo, rompe la carta, porque prefiere debérselo todo a sí mismo.) Azevedo Bandeira da, aunque fornido, la injustificable impresión de ser contrahecho; en su rostro, siempre demasiado cercano, están el judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre; la cicatriz que le atraviesa la cara es un adorno más, como el negro bigote cerdoso.
Proyección o error del alcohol, el altercado cesa con la misma rapidez con que se produjo. Otálora bebe con los troperos y luego los acompaña a una farra y luego a un caserón en la Ciudad Vieja, ya con el sol bien alto. En el último patio, que es de tierra, los hombres tienden su recado para dormir. Oscuramente, Otálora compara esa noche con la anterior; ahora ya pisa tierra firme, entre amigos. Lo inquieta algún remordimiento, eso sí, de no extrañar a Buenos Aires. Duerme hasta la oración, cuando lo despierta el paisano que agredió, borracho, a Bandeira. (Otálora recuerda que ese hombre ha compartido con los otros la noche de tumulto y de júbilo y que Bandeira lo sentó a su derecha y lo obligó a seguir bebiendo.) El hombre le dice que el patrón lo manda buscar. En una suerte de escritorio que da al zaguán (Otálora nunca ha visto un zaguán con puertas laterales) está esperándolo Azevedo Bandeira, con una clara y desdeñosa mujer de pelo colorado. Bandeira lo pondera, le ofrece una copa de caña, le repite que le está pareciendo un hombre animoso, le propone ir al Norte con los demás a traer una tropa. Otálora acepta; hacia la madrugada están en camino, rumbo a Tacuarembó.
Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienen el olor del caballo. Esa vida es nueva para él, y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos. Otálora se ha criado en los barrios del carrero y del cuarteador; antes de un año se hace gaucho. Aprende a jinetear, a entropillar la hacienda, a carnear, a manejar el lazo que sujeta y las boleadoras que tumban, a resistir el sueño, las tormentas, las heladas y el sol, a arrear con el silbido y el grito. Sólo una vez, durante ese tiempo de aprendizaje, ve a Azevedo Bandeira, pero lo tiene muy presente, porque ser hombre de Bandeira es ser considerado y temido, y porque, ante cualquier hombrada, los gauchos dicen que Bandeira lo hace mejor. Alguien opina que Bandeira nació del otro lado del Cuareim, en Rio Grande do Sul; eso, que debería rebajarlo, oscuramente lo enriquece de selvas populosas, de ciénagas, de inextricable y casi infinitas distancias. Gradualmente, Otálora entiende que los negocios de Bandeira son múltiples y que el principal es el contrabando. Ser tropero es ser un sirviente; Otálora se propone ascender a contrabandista. Dos de los compañeros, una noche, cruzarán la frontera para volver con unas partidas de caña; Otálora provoca a uno de ellos, lo hiere y toma su lugar. Lo mueve la ambición y también una oscura fidelidad. Que el hombre (piensa) acabe por entender que yo valgo más que todos sus orientales juntos.
Otro año pasa antes que Otálora regrese a Montevideo. Recorren las orillas, la ciudad (que a Otálora le parece muy grande); llegan a casa del patrón; los hombres tienden los recados en el último patio. Pasan los días y Otálora no ha visto a Bandeira. Dicen, con temor, que está enfermo; un moreno suele subir a su dormitorio con la caldera y con el mate. Una tarde, le encomiendan a Otálora esa tarea. Éste se siente vagamente humillado, pero satisfecho también.
El dormitorio es desmantelado y oscuro. Hay un balcón que mira al poniente, hay una larga mesa con un resplandeciente desorden de taleros, de arreadores, de cintos, de armas de fuego y de armas blancas, hay un remoto espejo que tiene la luna empañada. Bandeira yace boca arriba; sueña y se queja; una vehemencia de sol último lo define. El vasto lecho blanco parece disminuirlo y oscurecerlo; Otálora nota las canas, la fatiga, la flojedad, las grietas de los años. Lo subleva que los esté mandando ese viejo. Piensa que un golpe bastaría para dar cuenta de él. En eso, ve en el espejo que alguien ha entrado. Es la mujer de pelo rojo; está a medio vestir y descalza y lo observa con fría curiosidad. Bandeira se incorpora; mientras habla de cosas de la campaña y despacha mate tras mate, sus dedos juegan con las trenzas de la mujer. Al fin, le da licencia a Otálora para irse.
Días después, les llega la orden de ir al Norte. Arriban a una estancia perdida, que está como en cualquier lugar de la interminable llanura. Ni árboles ni un arroyo la alegran, el primer sol y el último la golpean. Hay corrales de piedra para la hacienda, que es guampuda y menesterosa. El Suspiro se llama ese pobre establecimiento.
Otálora oye en rueda de peones que Bandeira no tardará en llegar de Montevideo. Pregunta por qué; alguien aclara que hay un forastero agauchado que está queriendo mandar demasiado. Otálora comprende que es una broma, pero le halaga que esa broma ya sea posible. Averigua, después, que Bandeira se ha enemistado con uno de los jefes políticos y que éste le ha retirado su apoyo. Le gusta esa noticia.
Llegan cajones de armas largas; llegan una jarra y una palangana de plata para el aposento de la mujer; llegan cortinas de intrincado damasco; llega de las cuchillas, una mañana, un jinete sombrío, de barba cerrada y de poncho. Se llama Ulpiano Suárez y es el capanga o guardaespaldas de Azevedo Bandeira. Habla muy poco y de una manera abrasilerada. Otálora no sabe si atribuir su reserva a hostilidad, a desdén o a mera barbarie. Sabe, eso sí, que para el plan que está maquinando tiene que ganar su amistad.
Entra después en el destino de Benjamín Otálora un colorado cabos negros que trae del sur Azevedo Bandeira y que luce apero chapeado y carona con bordes de piel de tigre. Ese caballo liberal es un símbolo de la autoridad del patrón y por eso lo codicia el muchacho, que llega también a desear, con deseo rencoroso, a la mujer de pelo resplandeciente. La mujer, el apero y el colorado son atributos o adjetivos de un hombre que él aspira a destruir.
Aquí la historia se complica y se ahonda. Azevedo Bandeira es diestro en el arte de la intimidación progresiva, en la satánica maniobra de humillar al interlocutor gradualmente, combinando veras y burlas; Otálora resuelve aplicar ese método ambiguo a la dura tarea que se propone. Resuelve suplantar, lentamente, a Azevedo Bandeira. Logra, en jornadas de peligro común, la amistad de Suárez. Le confía su plan; Suárez le promete su ayuda. Muchas cosas van aconteciendo después, de las que sé unas pocas. Otálora no obedece a Bandeira; da en olvidar, en corregir, en invertir sus órdenes. El universo parece conspirar con él y apresura los hechos. Un mediodía, ocurre en campos de Tacuarembó un tiroteo con gente riograndense; Otálora usurpa el lugar de Bandeira y manda a los orientales. Le atraviesa el hombro una bala, pero esa tarde Otálora regresa al Suspiro en el colorado del jefe y esa tarde unas gotas de su sangre manchan la piel de tigre y esa noche duerme con la mujer de pelo reluciente. Otras versiones cambian el orden de estos hechos y niegan que hayan ocurrido en un solo día.
Bandeira, sin embargo, siempre es nominalmente el jefe. Da órdenes que no se ejecutan; Benjamín Otálora no lo toca, por una mezcla de rutina y de lástima.
La última escena de la historia corresponde a la agitación de la última noche de 1894. Esa noche, los hombres del Suspiro comen cordero recién carneado y beben un alcohol pendenciero. Alguien infinitamente rasguea una trabajosa milonga. En la cabecera de la mesa, Otálora, borracho, erige exultación sobre exultación, júbilo sobre júbilo; esa torre de vértigo es un símbolo de su irresistible destino. Bandeira, taciturno entre los que gritan, deja que fluya clamorosa la noche. Cuando las doce campanadas resuenan, se levanta como quien recuerda una obligación. Se levanta y golpea con suavidad a la puerta de la mujer. Ésta le abre en seguida, como si esperara el llamado. Sale a medio vestir y descalza. Con una voz que se afemina y se arrastra, el jefe le ordena:

-Ya que vos y el porteño se quieren tanto, ahora mismo le vas a dar un beso a vista de todos.
Agrega una circunstancia brutal. La mujer quiere resistir, pero dos hombres la han tomado del brazo y la echan sobre Otálora. Arrasada en lágrimas, le besa la cara y el pecho. Ulpiano Suárez ha empuñado el revólver. Otálora comprende, antes de morir, que desde el principio lo han traicionado, que ha sido condenado a muerte, que le han permitido el amor, el mando y el triunfo, porque ya lo daban por muerto, porque para Bandeira ya estaba muerto.
Suárez, casi con desdén, hace fuego.

viaje a la semilla

                                                       viaje a la semilla


Un cementerio, el ambiente es como todos los de este tipo: tumbas que no reciben la visita de sus parientes hace mucho tiempo, no hay flores, las estatuas lucen anticuadas y bastantes desgastadas. 

De un momento a otro, un ventarrón comienza a mover las cosas, todo empieza a rejuvenecer, las estatuas recobran su esplendor, las hojas del suelo recobran su lugar. De pronto nos encontramoos en una casa en donde se está velando el cuerpo de Don Marcial, Marqués de Capellanías. Como por arte de magia, un botón invisible es activado y don Marcial recobra la vida. 

Al levanterse, todas las personas se sorprenden al ver lo que está ocurriendo y luego se retiran oprque ya no tienen nada que hacer en ese lugar. Incluso el notario que se había apersonado para ver lo de la herencia se fue ya que don Marcial estaba vivo. 

 Los días pasaban y el sintió como su cuerpo iba sufriendo cambios; desaparecieron las arrugas de la frente, su papada y las patas de gallo tambien se esfumaron. Sintió en un momento la necesidad de una mujer, su cuerpo lo pedía. Por fortuna, su esposa al enterarse de que estaba vivo regresó a la casa conyugal y los días siguientes pasaron ardientes momentos de intimidad. 

Días después, en algún momento, se encontraron frente a un cura con trajes de novios y el sacerdote los “descasó” y podían ir y vivir felices cada uno por su lado. Salieron de la iglesia y cada quien se fue hacia su hogar. 

Él seguía visitando a su esposa en la casa de los padres de ella. Poco a poco las visitas fueron siendo menos seguidas hasta que ya no se vieron. Regresó al colegio y para su sorpresa comenzó a olvidarse todo lo que había aprendido en todos esos años, los conocimientos de física, matemáticas, todo se fue de su memorio. Salía a pasear con otras chicas y con sus amigos. 

 Un día sintió los deseos de jugar con juguetes para niños, no se explicaba po qué , pero así lo sentía. Se dio cuenta de que los muebles de la casa empezaban a crecer y los iba observando cada vez desde abajo para arriba. 

Otro día quiso caminar y se cayó, al querer incorporarse no podía hacerlo, lo único que le quedaba era gatear. Se trató de comunicar con los que lo rodeaban y no podía porque nadie le entendía lo que balbuceaba. 

Él no se exlicaba por qué. De imprevisto se encontró en los brazos de una mujer que le hacía muchos mimos y caricias. Finalmente apareció en el útero de esta mujer y de pronto desapareció.

miércoles, 17 de junio de 2015

Obra de arte

La obra de arte
La última cena es una pintura mural original de Leonardo da Vinci ejecutada entre 1495 y 1497, se encuentra en la pared sobre la que se pintó originariamente, en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie en Milán (Italia).La pintura fue elaborada, para su patrón, el duque Ludovico Sforza de Milán. No es un fresco tradicional, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre dos capas de preparación de yeso extendidas sobre enlucido. Mide 460 cm de alto por 880 cm de ancho. Muchos expertos e historiadores del arte, consideran a La última cena como una de las mejores obras pictóricas del mundo.
Última Cena - Da Vinci 5.jpgArtista: Leonardo da Vinci
Ubicación: Santa María delle Grazie
Fecha de creación: 1495–1498
Técnica: Gesso, Almáciga, Pintura al temple, Brea
Géneros: Arte cristiano, Pintura de historia
Períodos: Renacimiento italiano, Alto Renacimiento, Renacimiento
Arte es todo hacer humano que ha llegado a un perfeccionamiento consumado y  por  lo tanto produce obras perfectas por eso Leonardo da vinci utilizó diferentes técnicas para poder crear esta hermosa obra de arte las técnicas fueron el gesso, almaciga, la pintura al temple y la brea.
Esta arte es una arte útil porque se encarga de producir un objeto que es un medio para llegar a un fin específico pero una obra de arte no es un medio al servicio del perfeccionamiento del hombre, Ni tampoco ella misma un perfeccionamiento del hombre
La inspiración es el punto de partida, luego viene el trabajo, da vinci se basó en el trabajo del periodo de renacimiento italiano, Alto Renacimiento, Renacimiento. El artista ya saliendo del estado anterior busca las notas dadas en la realidad o en la experiencia de él, en las invención y en la intuición .
En el arte no hay reglas, solamente la obras son individuales e irrepetibles en todo caso se puede haber  una inspiración artística. Esta obra fue creada en los años 1495–1498, la creación es la puesta en obra de la belleza, y la belleza es la relación de lo existente o revelación de lo que se está velando.
El artista es el ser privilegiado, que es capaz de captar y manifestar la realidad en la obra.



La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada; Gabriel García Márquez


Eréndira es una chica de 14 años, que vive con su abuela en una enorme mansión extraviada en la soledad del desierto.
La niña cansada de sus labores realizadas, puso el candelabro en la mesa y se durmió. Poco después, el viento de su desgracia volcó el candelabro contra las cortinas.
La joven ha causado un incendio y la casa ha sido totalmente destruida. Por lo cual la abuela le obliga que le pague todo y la lleva a prostituirse con todos los hombres del pueblo.
Posteriormente ella conoce a Ulises de quien se enamora, el cual hace todo para estar con ella incluso el llegar a cometer un homicidio.

fuente: el rincon del vago

viernes, 12 de junio de 2015

obra de arte jugadores de cartas

Los Jugadores De Cartas

Jugadores de cartas


Durante la década de 1890, Cézanne, pintó una serie de cuadros con la temática de los jugadores de cartas, siendo este lienzo el más famoso de la serie. Los protagonistas de las telas son los campesinos de Aix y el jardinero Vallier del Jas de Bouffan, una residencia veraniega que adquirió el padre del pintor Paul Cézanne y que éste recibió después en herencia.
Las fuentes de inspiración empleadas por Cézanne fueron los jugadores de cartas pintados por Le Nain y Chardin.
Las dos figuras se sientan a ambos lados de una pequeña mesa sobre la que apoyan los codos. Una alta botella nos da paso hacia la cristalera del fondo, por la que se intuye un abocetado paisaje. Los dos hombres están concentrados en el juego, interesándose el maestro en captar sus expresiones, y se presentan tocados con sendos sombreros típicos de las clases sociales humildes de la Provenza. El espectador se convierte en uno de los frecuentes observadores que contemplan estas partidas en las tabernas, al situarnos el maestro en un plano cercano a la escena y no hacer apenas referencias espaciales. La iluminación artificial se manifiesta en las sombras, especialmente en el reflejo blanco de la botella.
El hombre de la derecha viste una chaqueta de tonalidades grises amarillentas que tiene su continuidad en el pantalón de su compañero, vestido éste con una chaqueta de tonalidades malvas que se mezclan con diversos colores. El fondo se obtiene gracias a una mezcla de tonos aunque abunden los rojizos, en sintonía con la mesa y el mantel. La aplicación del color se realiza a base de fluidas pinceladas que conforman facetas.
A diferencia del impresionismo del que Cézanne parte, prima el volumen y la forma sobre la luz, obteniendo ese volumen gracias al color en estado puro. De esta manera, el objetivo del maestro provenzal -conseguir que el impresionismo sea un arte duradero- se ha alcanzado.


ARTE: es todo hacer humano que ha llegado a un perfeccionamiento y por lo tanto produce obras perfectas, por eso Cézanne utilizo diferentes técnicas para poder crear esta obra de arte.

Autor: Paul Cézanne
Fecha: 1890-95
Museo: Museo de Orsay
Características: 47 x 57 cm
Estilo: Neo-Impresionismo
Material: Óleo sobre lienzo

Este arte es un arte útil porque se encarga de producir un objeto que es un medio para llegar a un fin especifico, una obra de arte no es un medio al servicio del perfeccionamiento del hombre, ni tampoco ella misma un perfeccionamiento del hombre.
La inspiración es el punto de partida, luego viene el trabajo, las fuentes de inspiración empleadas por Cézanne fueron los jugadores de cartas pintados por Le Nain y Chardin.
El artista ya saliendo del estado anterior busca las notas dadas en la realidad o en la experiencia de él, en la invención y en la intuición.
En el arte no hay reglas, solamente las obras son individuales e irrepetibles, en todo caso  puede haber una inspiración artística.
Esta obra fue creada en el año 1890-1895, la creación es la puesta en obra de la belleza y la belleza es la relación de lo existente o revelación de lo que se está velando.

El artista es el ser privilegiado, quien es capaz de captar y manifestar la realidad en la obra.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Resumen del libro "Las Moscas" de Jean Paul Sartre

Orestes (bajo el nombre de Filipo) llega a la ciudad de Argos junto a su pedagogo. Hasta el momento, Orestes ha tenido una juventud normal. Los habitantes de Argos viven en veneración a Júpiter, su dios. Todos sus habitantes están anclados en un pasado por sus propios remordimientos. Hay crímenes e intrigas. Su soberano es Egisto y su soberana, Clitemnestra. Ambos han cometido asesinato contra Agamenón, -esposo de Clitemnestra quince años atrás, antes de su muerte-. 

Una vez al año, Egisto se pone sus vestimentas negras y hace el rito de convocar a los muertos. Está tan instalada esta creencia, que todos los habitantes sufren por la llegada de sus antepasados y las recriminaciones a las que son sujetos.

Electra, hija de Clitemnestra y Agamenón, vive en palacio, pero es reducida a la condición de una sirvienta, bajo el yugo de su madre y de su padre postizo. 

Electra y Filipo se conocen. Orestes se da cuenta de que es él hermano de Electra e hijo de Clitemnestra y se enamora de su hermana. Esta le hace ver la necesidad de que él ejecute a sus padres. Le dice que lo ha visto numerosas veces en sueños y planea con gusto su venganza, para redimirse de todas las penas que le han hecho pasar. 

Orestes cambia en un solo día de mentalidad. De joven pacífico se convierte en un joven con fuerza y deseos de venganza (o quizá de justicia). Él dice que ha encontrado dentro de sí la libertad. 

Tras matar a Egisto y a Clitemnestra, ambos huyen, buscando la libertad y la felicidad en el pueblo vecino de Corinto, sin embargo, Electra está llena de arrepentimiento y de culpas. Le caen encima las moscas que son las Furias o las Erinias. Luego, Júpiter la rescata y Electra cae a sus pies, dispuesta a vivir como hasta entonces y entregando su tan ansiada libertad. 

La multitud busca a Orestes para matarlo, pero éste, con autoridad, les hace ver su supremacía y la multitud vuelve a apaciguarse.

Obra basada en la mitología griega, cuyo tema es el crimen y la venganza.
 Conclusión: 
Orestes me pareció un personaje complejo, ya que si bien al principio de la obra se mostraba sereno, tranquilo, humilde, “que no mata una mosca”, tuvo una especie de metamorfosis. De pronto aquél carácter sumiso, se convirtió en un temperamento de extrema fortaleza física y mental, con convicción, y con la valentía suficiente para matar a Clitemnestra –su madre- y a Egipto.

Es obvio que el amor que su hermana le desató, no es amor filial, sino amor pasional, de pareja. Se ve a sí mismo como más allá del temor, del miedo, incluso a ser asesinado por las turbas, y paradójicamente esa falta de temor (que conlleva autoridad y certeza) le da la libertad total.

No sufre aparentemente (como en las otras obras) de culpas ni recriminaciones por la muerte de su madre y padrastro. Desde siempre ha creído que el acto era justo y en eso ampara su pensamiento.

Trata de convencer a Electra –al final de la obra- que no haga caso de las Erinias. “Tu debilidad es lo que les da fuerza”. Es un pensamiento muy arraigado últimamente en la filosofía “new age” y en algunas corrientes psicológicas del comportamiento humano: “A mí no se atreven a decirme nada”. Era invulnerable, porque su pensamiento se regía por lo que él pensaba que era lo correcto y no se dejó influenciar bajo ningún momento, por el pensamiento de los demás. Había conquistado su libertad, tanto externa como interna.

Electra es una niña-mujer con grandes deseos de venganza. Se muestra rebelde, furiosa, pero carente de la fuerza necesaria para llevar el deseo de venganza a hechos concretos y materiales. Siempre vio en su hermano Orestes la fortaleza. En sueños veía recurrentemente cómo él adquiría la fuerza para llevar a cambio la tan deseada venganza en contra de su madre y padrastro. 

Habiendo sido tratada como a una sirvienta, se sentía víctima de su madre y de las circunstancias. Nada de lo de su madre le parecía hermoso. La odiaba más allá de cualquier razonamiento. 

Al conocer a su hermano Orestes bajo el nombre de Filipo (y con la naturaleza inicial de Orestes: tranquila, pacífica) se ve atraída hacia él. Sin embargo, cosa extraña, ella que siempre deseó la venganza (por sobre todas las cosas) y la llegada de Orestes para llevarla a cabo, una vez que éste la ejecuta, lo desprecia por lo mismo que ella le pidió que hiciera. Electra sí tuvo enormes culpas y llegó casi a la muerte y locura debido a ella. No se dejó persuadir por los deseos de Orestes de huir hacia un mundo de paz y alegría. Se consumó en su propia venganza, sobre todo, al encontrar el enorme parecido entre ella y su madre, el cual no fue notorio sino después de la muerte de la madre.

Es irresponsable, pues no quiere (por ningún motivo) hacerse cargo de la muerte de la madre, por más que fue ella quien la concibió y quien le pasó su veneno a Orestes. La justificación fue siempre su arma… pero nada pudo impedir que “pagara” por su crimen a través de su culpa.

Júpiter se ve como un dios con características mortales. Le encantaba regodearse de la culpa del pueblo. Pensaba que aquel que fuera libre, se parecería a él y serían por tanto, idénticos y solitarios. En su propia libertad, encontraba la soledad más profunda, porque hasta ese momento, era el único en tenerla. Orestes de pronto, obteniéndola, se compara con él. Lo insta a que le sirva y se da cuenta de que Orestes está más allá del bien y del mal, que se ha liberado y que no puede más con él. Esto lo vuelve sinó vulnerable, sin poder hacia él, algo que para un dios era inconcebible.

Clitemnestra parece haber pagado muy caro el crimen contra su esposo. Si bien no tuvo remordimientos, tampoco su vida en adelante fue un jardín de rosas. Fría, orgullosa y sin instintos maternales. La misma de siempre en todas las versiones. Solo que hasta ahora me doy cuenta de que pasados los años, no logra la felicidad anhelada.

Egipto es un personaje que vivió su reinado con mucho vacío. Dejó de ser él mismo para cumplir con la farsa de ser aceptado y temido por su pueblo. No pudo sustraerse a esta farsa en la que él mismo se vio envuelto, perdiendo así, toda capacidad de dicha y libertad. 

Él mismo afirma que desde que se viste de negro, su corazón está igual y que lo mismo le da morir que vivir. Cuando se da cuenta de que Orestes lo va a matar, no opone resistencia, en el fondo quizá, hasta lo deseaba. Había perdido su rumbo, su brújula, su vida y se quedó con las manos vacías.

Las Erinas: Viven de la culpa y el remordimiento del pueblo: son las moscas. Por eso, el pueblo (que vive en culpa constante) está lleno de moscas, que a su vez, cada vez se vuelven más gordas, debido al alimento que les da la culpa y el remordimiento de sus gentes. 

Cuando Electra se ve asediada por la culpa, las Erinias la contemplan como un banquete de reyes. Tratan también de hacer caer a Orestes, pero les fue imposible, dado que él ya había ganado su propia libertad (llámese libertad de conciencia).

Resumen del libro "El Extranjero" de Albert Camus

Capitulo I
Los hechos ocurren en Argel. El protagonista, Meursault recibe un telegrama en el que se le informa que su madre ha fallecido. Debe partir hacia Marengo, donde se encuentra el asilo de ancianos, lugar en el que se hallaba su madre. Pide permiso a su patrón y emprende el viaje.Una vez en el asilo, él esta centrado en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, sobre Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres. Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite.
Capitulo II
Al despertar y darse cuenta que es sábado, siente el gozo de saber que tiene aun dos días de "vacaciones" (en realidad es el permiso que pidió a su jefe por la muerte de su madre) y decide ir a bañarse al mar. Se encuentra con Maria Cardona, antigua mecanógrafa de su oficina, por la que había sentido deseos en el pasado. La invita al cine y luego pasa la noche con ella. Habían transcurrido pocas horas del entierro de su madre. Sin embargo, no pareció importante. En cambio, a Maria le impresionó, aunque no hizo ningún comentario. Él, entendía que no era su culpa; ya se había disculpado con su patrón. Con ella no se disculparía.Llega el domingo, describe la gente que pasa por la calle, reflexiona acerca de lo que harán y donde irán y también expresa el aburrimiento que le provoca ese día. Pensó que ya era un domingo menos, que su madre estaba ahora enterrada, que volvería a su trabajo. Nada había cambiado. El vacío que vive es extremo. No hay ninguna expresión de sensibilidad en sus reflexiones. Todo en él acontece como en forma autómata, fría muy fría.
Capitulo III
Vuelve a su trabajo. Su patrón lo saluda por el luto y le pregunta por la edad de su madre. No la recuerda. Da una edad aproximada. Demuestra aquí un gran desamor por ella. Algo extraño, sus afectos no significan mucho, pero si el hacho de que la toalla que utiliza para secar sus manos, esté húmeda por la tarde. Sale a almorzar con un amigo, duerme un poco y luego regresa a la oficina. Al regresar a su casa, se encuentra con Salamano, un vecino viejo que tiene un perro sarnoso e enfermo de la piel. Describe la relación entre ambos. A continuación se encuentra con Raymond Sintes, un segundo vecino que lo invita a comer algo en su habitación. Raymond le cuenta una historia que ha vivido con una amante. Lo escucha pero casi sin interesarse por el relato. Por eso, cuando Raymond le pide consejo, le responde con oraciones breves y ante la propuesta de escribir la carta, responde afirmativamente de la misma forma que hubiera rechazado.
Le era indiferente hacerlo o no. No le molestaba. Una vez terminada, vuelve a su departamento y escucha gemir al perro del viejo Salamano. A Meursault le daba lo mismo ser su camarada que no serlo. Total imparcialidad.
Capitulo IV
Trabajó mucho toda la semana. Fue dos veces al cine con Emmanuel, el sábado va nuevamente a la playa y pasan la noche juntos. El domingo almuerzan juntos. Sienten una discusión en la habitación de Raymond. Allí le cuenta a Maria la historia del amante del vecino. Termina interviniendo la policía. Él, debe salir de testigo, afirma que le "da lo mismo" aunque no sabia que debía decir. Cuando regresan se encuentran con Salamano que había extraviado su viejo perro. Su consuelo hacia el vecino es muy técnico, solo hace mención a la actitud de la perrera. No es capaz de captar la soledad y el dolor de Salamano.
Capitulo V
Un día en el que recibió varias propuestas: Raymond lo invita a pasar el domingo en una cabaña en la paya de un amigo, cerca de Argel. El patrón le propone enviarlo a una oficina que instalará en Paris. Meursault expresa que le da igual. Ante la pregunta de su jefe si no le interesa un cambio de vida, responde que nunca se cambia de vida, que todas valían lo mismo. He aquí la absoluta indiferencia. Su jefe observa que jamás responde directamente que no tiene ambiciones. Por la tarde Maria le pregunta si quería casarse con ella. Nuevamente la respuesta es: "me da igual". No hay en él "sí" o "no". Pareciera que nada tiene sentido, nada le importa lo suficiente como para jugarse en una decisión personal única y responsable. Maria lo ama y se lo dice; él ciertamente no la quiere y lo dice. Para él, el matrimonio no es cosa seria. Pero si ella desea casarse él lo haría cuando ella lo disponga.Cena en el bar de Celeste, una extraña mujercita se sentó a su mesa, pidió la cena y extrajo una revista radiofónica en la que marco las emisiones. Esto le llamo la atención a Meursault. Por ello al salir ella, él como no tenia nada que hacer, salió también y la siguió. Termino por perderla entonces, volvió a su casa, encuentra a Salamano desolado por la perdida de su perro. Habla con él, lo escucha, se aburre pero como no tiene nada que hacer, ni sentía sueño, se queda con su vecino. No es el afecto ni la preocupación del otro lo que lo hacen quedar con Salamano. Sólo para poder dejar pasar las horas.
Capitulo VI
Llego el domingo. Raymond, Maria y él marchan hacia la cabaña de la playa de Masson. Al salir, enfrente había un grupo de árabes, entre ellos estaba el hermano de la joven a la que Raymond golpeo. Sin embargo, no les dieron importancia. Siguieron su camino. Se bañan, almuerzan y luego los tres hombres salen a caminar. Se cruzan con dos árabes, que vienen tras Raymond a vengar la paliza que le dio a su amante. Raymond es herido. Lo llevan a un medico. Nuevamente vuelve a salir con Meursault y se encuentra otra vez con los árabes Raymond saca un arma pero no la dispara. Meursault se la pide. Regresan, pero él no quiere encontrarse con las mujeres y decide seguir caminando. El sol le molestaba, el calor lo sofocaba. Encuentra al árabe que hirió a Raymond, le muestra su cuchillo y él dispara. Meursault comprende que destruyó el equilibrio del día. Por primera vez un domingo fue diferente para él. Había sido feliz. Disparo cuatro veces más sobre el cuerpo y reconoce que así llama a la puerta de la desgracia, ya que esto lo condenara seguramente.
Segunda Parte
Capitulo I
Es llevado a un juez de instrucción e interrogado. No había escogido abogado, ja que otra vez daba muestras de total indiferencia, por lo tanto le envían un letrado de oficio. El abogado decide ayudarlo, pero Meursault, absolutamente sincero le afirma que perdió la costumbre de interrogarse, de reflexionar. Su abogado le pregunta si sintió dolor el día del entierro de su madre. Los instructores saben de las muestras de insensibilidad de ese día y harán hincapié en ello el día del juicio. El abogado no logró convencerlo de decir que ese día había reprimido sus sentimientos naturales. Al poco tiempo, compadece nuevamente ante el juez. El juez buscaba el arrepentimiento de él, pero ni siquiera ante el crucifijo, se conmovió. Afirma no creer y más que culpable o arrepentido se confiesa aburrido. El juez resultaba ser una persona muy exaltada y preocupada por la pasividad de Meursault. Las visitas del juez continuaron, pero él no le prestaba atención, estaba cansado de contar siempre lo mismo.
Capitulo II
Maria lo visita por primera y única vez ya que se lo prohibían por no ser su mujer. Allí comienza a sentir que está prisionero.Aquí describe las sensaciones que siente en la prisión: la falta de una mujer, la prohibición de fumar, la falta de libertad. Reflexiona sobre el paso del tiempo estando encerrado. Por primera vez, algo parece importarle. Es el castigo, pero, confiesa no sentirse desgraciado. El único problema era matar el tiempo y para ello comenzó a recordar. Así terminó por no aburrirse. Confiesa que con las horas de sueño, los recuerdos, la lectura de una historia seca y la alternancia de la luz y la sombra discurrió el tiempo. Habían pasado cinco meses.
Capitulo III
Comienza su juicio. El abogado le informa que no es el más importante porque hay otro caso: homicidio (este caso ha atraído a muchos periodistas, Meursault hace referencia a el ambiente de desparpajo y normalidad que hay entre los periodistas.) Este último concentró la atención de los periodistas, por ello hay mucha gente. Al entrar al juzgado le da la sensación de estar en un club. Todos se conocen, se saludan; él se siente un intruso, pero está tranquilo. Hasta que escucha los nombres de los testigos: el director y el conserje del asilo, Raymond, Massou, Salamano, Maria. Comienza a ser interrogado por el fiscal que hace hincapié en el tema de la madre, porque la llevó al asilo. Luego toma testimonio al director y al conserje del asilo. Ambos hablaron de su negación a ver el cuerpo, que no lloró, que se fue inmediatamente después del entierro sin recogerse ante su tumba, ni siquiera sabía la edad de su madre. El fiscal ante estas respuestas experimentó una sensación de triunfo. Meursault se da cuenta de que las cosas no van resultando a su favor porque no solo se lo juzga por su crimen sino también por no haber sido un buen hijo. Maria, Massou, Raymond, testimoniaron destacando sus cualidades, pero el fiscal se mantuvo en la misma línea: para desacreditarlo ante el jurado.
Capitulo IV
Continúa el Juicio. El protagonista siente que se habla más de él que de su crimen. Se realizan los alegatos del fiscal y el abogado defensor. El fiscal insiste en que jamás lamentó haber asesinado al árabe. Meursault piensa que él jamás lamentó nada verdaderamente. Cuando el presidente del tribunal le pregunta si desea decir algo, expresa que no tuvo intención de matar al árabe, que todo fue por causa del sol. Todos rieron en la sala. El alegato del abogado defensor fue menos efusivo. El tribunal se retira de la sala. Delibera. Regresa y se da la sentencia: culpable de asesinato. Sería decapitado en una plaza pública y en nombre del pueblo francés.
Capitulo V
Por tercera vez se niega a recibir al capellán, no tiene deseos de hablar. Tan solo piensa en las posibilidades que se le presentan para volver a la libertad, pero se centra sobre todo en dos cosas: el alba y su petición de indulto. Paso sus noches esperando esa alba en la que lo ejecutarían. Cuando el amanecer pasaba y seguía vivo, reflexionaba sobre el indulto. Deseaba obtenerlo pero también se imaginaba que la petición era rechazada y todo volvía a comenzar. Finalmente el capellán entra en su celda e intenta explicarle porque necesita el consuelo de Dios. Él, sigue firme en su incredulidad y sostiene que todos estamos condenados a muerte, por lo que ese consuelo no tiene sentido, llega a molestarse mucho y a tomar al sacerdote por el cuello. Intervienen los guardias. El capellán lloró por él. Meursault recuperó la calma cuando éste se fue. Agotado, se durmió. En el límite de la noche, las sirenas sonaron. Anunciaban su ejecución. Por primera vez, pensó en su mamá y se abrió "a la tierra indiferencia del mundo". Deseaba la presencia de muchos espectadores que lo acogieran con gritos de odio.
"Me sorprendió el final de la novela, sinceramente cuando acabe el último párrafo no podía creer que acabara así, me dejo con más intriga que antes sobre la actitud del protagonista, esta misma intriga me hizo pensar sobre la historia aún más. Creo que Camus hizo esto para intentar hacer pensar al lector, para que así siguiera preguntándose el valor de la vida y siguiera enamorado de la actitud de Meursault"

Conclusión

En la primera parte, bueno al menos así lo propongo yo, se describe a Meursault como un personaje apático, indiferente de la vida, como desconectado del mundo, este obrar de Meursault es lo que Camus establece como la "sensibilidad absurda" (El mito de Sisifo), es la "vida inauténtica" al decir de Heidegger (Sein und Zeit) en donde las personas viven para ocultar su verdadero ser, que es, ni mas ni menos que el hombre "es-un-ser-para-la-muerte".Explicándolo de otro modo, estamos destinados a morir, pero esta realidad, el camino hacia la muerte o sea la nada, nos genera una angustia gigantesca que tratamos de todos modos de evadirnos de ella. Es por ello que Meursault tiene este comportamiento indiferente, no esta enterado, en esta primera parte, de su verdadero ser, tiene una vida inauténtica, es un verdadero extranjero de su propio ser. Meursault, no se pregunta por que vivir, solo vive y con esta actitud frente a la vida se evade de su propio ser.Esta preso de la vida inauténtica.La segunda parte seria una especie de salto hacia él "ser autentico", es la liberación, es el reencuentro con su ser, este punto es central en la obra, Meursault se topa con la primera certeza en su vida, que va ha morir ejecutado, después de un juicio, por haber dado muerte a un hombre, cuando toma al sacerdote por el cuello, si mal no recuerdo, se produce una rebelión en el, descubre su ser, su verdadero y autentico ser, sabe que es un hombre destinado a la muerte y la aceptación de ella lo hace libre, y es por primera ves en su vida un hombre libre y dueño de su vida, es tan libre que ni siquiera el temor a morir ejecutado lo amedrenta, es mas bien su salvación, su verdadera liberación de aquella vida indiferente hacia las cosas y evasiva de si mismo, a partir de ahora Meursault se hace dueño de su vida, recobra su humanidad, aunque ya no le quede mas tiempo en este mundo. Albert Camus toma al nihilismo, como razón del ser (bueno todos los pensadores existencialistas lo han hecho) y lo plasma en la esta novela de manera brillante. Como tal se entiende la decisión del protagonista de rechazar la visita del capellán, ya que tomando el nihilismo como actitud hacía la vida por parte del autor no puede aceptar la existencia de una "ley superior" que determine nuestra vida.